Ahora me veo en el espejo y es una aceptación más gozosa e inteligente, de aceptar los cambios de vida

A Odette la conocí inicialmente en el Facebook, pues descubrimos que la fotografía era un punto en común, que fue sólo el inicio para luego compartir muchas más cosas. Vive en Mexicali, pero esa red social nos ha hecho cercanas, para mi fortuna. Entre las diferentes actividades que ocupan su tiempo imparte clases de fotografía y organiza exposiciones con sus alumnas y alumnos. Siempre me ha parecido que en ambas cuestiones desborda creatividad y, además, es muy lúdica. A veces es como si se desdoblara y tuviera un álter ego con el cual hacer más travesuras.

En una ocasión que ella y su esposo vinieron a la Ciudad de México me invitaron a cenar, recuerdo que fue al Azul Condesa y que nos la pasamos absolutamente contentos y divertidos. Hacen una gran pareja y se complementan muy bien.

Estoy segura de que si viviéramos más cerca nos veríamos con frecuencia y que yo me sumaría sin dudarlo a sus iniciativas. En 2018 me invitó a hacer el dibujo de un juguete que fuera significativo para mí, a fin de integrarlo a una agenda que hizo dedicada al juego. Con todo y que esa facilidad de trazo no es parte de mis habilidades me animé, pues desde chica tengo una maquinita de coser que originalmente era de mi abuela Ángela y que, si supiera hacerlo, podría confeccionar ahí algunas prendas pequeñas, pues funciona.

Por un tiempo nos dio por intercambiar notas de restauraciones de arte que han resultado patéticas; era una buena manera de estar presentes en nuestra cotidianidad. Tener a Odette como parte de estas Poderosas 50 mujeres me parece esencial, pues sus reflexiones son naturales, espontáneas, luminosas…

¡Que la vida nos dé más oportunidades de convivencia, diversión y dicha, queridísima Odette!

Odette, ¿cómo estás en esta etapa de tu vida?

Tengo que confesar que me siento muy bien. De repente pensaba que al llegar a los cincuenta me iba a deprimir y, al contrario, es como llegar a una etapa de reconciliación con la vida. No hay ninguna necesidad de estresarte por lograr algo o que te impongan deberes. Tú te impones porque compites contigo, todo es más claro, más calmo. Estoy contenta conmigo, con lo que quiero hacer, con mi físico. Me siento más saludable que nunca, voy muy bien, mi trabajo me gusta, lo disfruto. Estoy en un trabajo que se renueva todos los días, porque trabajo con muchachos diferentes y los ejercicios son diferentes, en la búsqueda de encontrar algo distinto. Yo lo resumiría como reconciliarse con la vida.

Platícame cómo es la relación que tienes con tu cuerpo…

Hubo una etapa en que por cualquier cosita estaba con el doctor, pero creo que de los cincuenta para acá dije: “Basta, lo que va a venir que venga, lo que tuve ya pasó”. En cuestión de salud me siento muy bien y ya no estoy pensando en prevenciones, me parece como un mercado de sentirte enfermo para estar en constante prevención: “Tómate esto, tómate el otro”. Eso lo hice en los cuarenta, ahora me siento mucho mejor. Claro que en los detalles de los cambios físicos del cuerpo el espejo no te engaña. Hago las paces conmigo. Las bolsas en los ojos es lo que más gordo me cae y hay que ponerlo de moda, aceptarlo. Hay amigas preocupadas por las cirugías y yo, jamás. Es la aceptación de la etapa que estoy viviendo, estoy bien y me gusto. De repente escuchas comentarios de mujeres que están en esa competencia contra el tiempo, ya ni contra ellas. Pero en la vida son más las cosas que puedes disfrutar, con arte, con imaginación, con curiosidad y vaya, llega un momento y dices: “Tengo mis cincuenta y cinco bien vividos”.

¿Qué opinas de estos nuevos cincuenta?

Antes, las cincuentonas tenían que retirarse y disfrutar de los nietos. Ahora, hablando de mis amigas, las veo justamente en una etapa más productiva, mucho más activas y vivas que antes, se ven mucho mejor. A mí algunos me dicen que es por la juventud de mis alumnos, pero no creo que sea eso. Justamente estamos más dispuestas y estamos llegando a la edad rompiendo con esa barrera que nos habían impuesto. No sé si tengan mucho que ver las comunicaciones, que permitan ver que la mayoría de las mujeres de cincuenta estén en la mejor etapa. La verdad es que me siento muy cómoda y mis amigas también están muy felices. En el tiempo de mi abuela ella ya era una anciana a esta edad, con el cuerpo más gastado. No sé si uno tiene otro ritmo, si es otra sociedad en la que me he formado. Creo que mi abuela comía más saludable que yo y sin embargo se veía muy gastada.

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

Afortunadamente lo tengo bien iluminado y me ayuda bastante. Me veo con aceptación, con todas mis debilidades de carácter, que me puedo reconocer y las puedo trabajar, haciendo una diferencia con la cuestión física. Cuando me veo, siento que en un sentido figurado me veo a futuro. Trato de disfrutar el día a día, así, venga lo que venga, porque es una edad en que ya no puedo contar la vida por si este año me fue bien o mal, sino por cosas fabulosas y perdidas muy profundas. Ahora me veo en el espejo de cara al nuevo año y es una aceptación más gozosa y más inteligente, de aceptar los cambios de vida. Ya perdí a varios seres queridos, ya sea por fallecimiento o porque se fueron a otra parte. Hay que ir cambiando de relaciones y no quedarse enfrascada en la nostalgia del pasado.

Y de la menopausia que no se habla, ¿cómo te ha ido?

Yo la tuve adelantada por una cuestión de salud, porque tuve un accidente físico. A veces creo que no la viví, no la sufrí. Sí tuve bochornos, pero lo demás no. Siempre he tenido la idea de que es una cuestión mental, que si tienes una predisposición llega, o tanto te dicen, que llega en un momento en que ya las estás sufriendo. Mi suegra, que en paz descanse, llevaba una vida muy tranquila y no vi que pasara por eso. En cambio, unas amigas cuyo carácter es muy explosivo, justamente son las que vivieron la menopausia terrible. Afortunadamente, no tuve la experiencia de sufrirla, como dicen muchos de los libritos de la mujer. No sé si sea sugestión o cosa del organismo, porque en un principio fue muy pronto y no me acostumbré al cambio. De repente, algunas sienten que perdieron feminidad, se sienten feítas o que se volvieron inútiles. Por mi parte, nada de eso, muy rápido me adapté y ni la extraño. Se terminaron los días de cólicos.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

En mi familia no lo percibí, porque fuimos dos mujeres y pertenezco a una pequeña familia, con pocos primos y no vi la diferencia de trato. En lo profesional, en los trabajos en que yo he estado no se ha prestado tener un comparativo o que pueda contarte un problema en particular. Es muy raro que alguien diga: “Jamás me ha pasado”. No falta el bromista que se hace notar para ver qué se pasa, o un correo que te mandan con toda la intención para ver si caes, cuestiones que son molestas, pero que nunca han pasado a mayores. No he tenido ningún acoso de denuncia, sólo ese acoso donde se hacen los simpaticones, pero que cortas antes de que pueda llegar a hacer algo más. De físico soy cara palo, tengo el rostro duro y siento que me ha servido como coraza. Me ven demasiado estricta y eso frena. Según yo llego con sonrisa, pero no, mi expresión es así y por eso no entienden mi humor.

¿Qué lugar ocupa la pareja en tu vida?

Mi pareja, como las canciones, lo es todo. Tengo un matrimonio de treinta y tres años, estoy con él desde hace poco más de treinta y cinco años y todo muy bien. Como se dice es mi pareja, mi cómplice, es todo. Comparto y gozo la vida. Me siento muy afortunada de tener con quién platicar, que me escuche y viceversa. Es maravilloso. Es la mayor parte de mi vida. Tal vez porque crecimos juntos. En el momento de conocernos éramos diferentes y cada quien sus cosas, pero hemos sido muy empáticos, sabemos escuchar y eso me parece muy importante. Tenemos mucha disposición para apoyarnos mutuamente, en nuestros respectivos proyectos, y no somos tendientes a la tragedia o lo dramático. Tratamos de hablar y somos muy calmados. Somos organizados, nos ponemos metas y trabajamos en ellas en pareja, cuando es la opinión de cada uno para mejorar la idea y el proyecto es el apoyo mutuo.

¿Llegaste a pensar en la maternidad?

Naturalmente no se dio. Como fuimos en pareja lo hablamos y tratamos de no obsesionarnos con el tema. Simplemente no se dio, platicamos tarde si nos estábamos conformando y cuando vimos que no estaba tan fácil dijimos: “Ni modo, no nos tocó” y a seguirle. Cuando éramos más jóvenes teníamos que lidiar con el: “¿Para cuándo?”, pero creo que la respuesta que dábamos dejaba muy claro que era una decisión personal y que naturalmente no se dio. Sé de historias de terror, donde el marido la dejó porque no podía tener hijos o viceversa, eso se me hace muy de novela, pero pasa. La educación sentimental la dieron las películas que veíamos antes.

¿Cuál es tu percepción de la sensualidad?

Es vivir plenamente y estar en el juego constante. No porque llegas a esta edad se cortan esos juegos o esos deseos. Está presente en cualquier actividad, en comer, en viajar. Es ese disfrute y esta búsqueda de hacer algo atractivo y sensual en el viaje.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

No es una sexualidad tan incómoda como de jóvenes. Está, existe y creo que se goza mejor. Estás más consciente y es muy disfrutable. No se vive menos. Algunas cuestiones físicas están en activo y hay que seguir.

¿Cómo ha sido para ti la vivencia de lo femenino?

Tengo que confesar que a los cincuenta me he preocupado por ese tipo de detalles, que antes no y ahora los disfruto. Antes decía que la juventud es belleza y que lo natural hablaba por sí solo. No era tan dada al maquillaje o el look, y los zapatos siempre me han gustado mucho. Sin embargo, de joven fui muy dada a la construcción de la feminidad por la familia, de mujeres muy bonitas y vanidosas, donde veía que lo tenía que hacer. Recuerdo que cosíamos, pero por mucho tiempo no fui tan entregada a ese tipo de rituales y a partir de los cincuenta sí. Me doy más tiempo para mí, cosa que antes no hacía. Ahora intento hacer más equilibrio con mi energía, en aras de reconciliarme con el cambio físico, para sobrellevarlo mejor, aceptarlo mejor y estar más contenta. He retomado algunos gustos que tenía antes de esa parte de negación y, además, ahora me veo encontrando otros gustos. Presto oído cuando hablo con las amigas de los productos, lo disfruto y en ese sentido lo acepto, sin caer en una obsesión o una histeria, sino para sentirme bien cuando salgo. Ahora me la paso entaconada con mis botas y soy feliz con ello. Antes no usaba tanto tacón y ahora me gusta. Todo con un justo equilibrio, antes sólo era trabajo, ahora es equilibrar y hacer otras cosas, no está peleado lo uno con el otro y me hace feliz. Mientras te haga feliz, adelante. Proyectas un estado de ánimo y además te vas viendo acorde con tu edad. Buscas cómo te debes de ver y depende de cómo se va uno sintiendo en esta etapa.

¿Hay miedos?

Uno de los miedos es la pérdida, estoy en una edad en que tengo pérdida de salud, de amigos, de familiares, de momentos felices… Estoy resignada a la vejez, alguna enfermedad ya me tocó, ni modo, con este pasado hipocondriaco y esta característica familiar, pero incluso estoy sin una mirada exagerada de miedo a la muerte. Mi miedo es a las pérdidas. Son dolores que quisiera no tener tan intensos y son tan inevitables como la vejez y la muerte. Por eso disfruto más a la familia y a las amistades al máximo. También hay que disfrutar el presente, porque es el momento que estás viviendo.

¿Y retos?

Seguir disfrutando mi trabajo, seguir creciendo en lo que estoy haciendo, que no decaiga la energía, que no decaiga el ánimo. Quiero viajar lo más que pueda. Tengo como mi filosofía cincuentera la frase de Albert Einstein: “No esperes resultados distintos haciendo lo mismo”, para tener una vida más creativa y disfrutarla. Todo eso me apasiona, es una aplicación de vida, hay que llevarla con mucha imaginación, con creatividad. Es un reto constante.

¿Hay espacio para lo espiritual?

Lo espiritual es algo que me alimenta día a día, el hacer fotos, proyectos personales, ver una película, disfrutar un viaje… Esa comunicación con la naturaleza, la manera de disfrutarla, pero también es una carga espiritual con la que requiero conectar día a día. Estoy convencidísima que esa parte que está en contacto con los artistas y poetas es esa comunicación espiritual.

(Fotografías proporcionadas generosamente por Odette Barajas)

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