Cuando me veo al espejo trato de ver eso, que soy una persona alegre, luminosa, viva y juvenil

Alina es un ser de luz y de mis primeros contactos en el Facebook. Más adelante nos conocimos en un café con Gabriela Lara y otras amistades de esa red social, y luego descubrimos que tenemos muchas amigas y amigos en común. Es fotógrafa y durante la pandemia se dedicó a hacer una serie muy interesante que, además, se expuso virtualmente con una inauguración por supuesto virtual, que a mí me pareció maravillosa, tanto por lo original como por las personas que convocó. Y en esos tiempos de encierro las cuestiones que lograban convocarnos y hacernos interactuar de esa manera tan positiva se agradecían, sin duda. Además, también se dio oportunidad de comenzar a pintar, y en verdad hace unas maravillas, basta con que visiten su Instagram para que lo comprueben: https://www.instagram.com/acua.luna/

Pero la propuesta de reunirnos y platicar sobre estos nuevos cincuenta se dio antes del Covid, en un café acogedor frente a un parquecito de Coyoacán. Fue una charla muy fluida, amena, porque se abrió un espacio para charlar sobre esos temas de mujeres que a veces se quedan rezagados y siempre es bueno escuchar. Recuerdo que, hacia el final, vimos un coche antiguo espectacular estacionado enfrente, esperando con toda certeza a unos novios. Es bueno que los comienzos tengan acompañamientos de calidad, pero así debiera ser a lo largo de la vida y creo que con Alina esa gran compañía es su mamá, y no porque sea una escritora reconocida, sino porque es una bella presencia para ella. En otra ocasión nos encontramos en la Cineteca y ellas estaban en uno de los restaurantes que ahí se encuentran, departiendo contentas antes de ver alguna función.

Creo que tiene un espíritu joven y que al principio dudé entre llamarle o no, porque en verdad aparenta menos edad. Le gusta andar en patines lo mismo que en bicicleta, viajar, convivir con los amigos, ir a conciertos, hacerse de memorias llenas de afectos y significados especiales… Tiene una sonrisa luminosa, que contagia, y sólo espero que la vida nos brinde momentos para seguir conociéndonos más, disfrutando esta vida a plenitud, como debe de ser.

Alina querida, ¿cómo estás en esta etapa de tu vida?

La verdad súper bien. Creo que es de las mejores etapas que he tenido, porque además desde que me divorcié me cambió la vida. La edad es lo de menos, yo me siento como si tuviera dieciocho y creo que ahora que regresé, porque viví fuera veinte años, entre Mérida y Buenos Aires, me reconcilié mucho con la ciudad. Me fui un poco como enojada porque había muchos asaltos, mucha inseguridad, tenía broncas de salud por la contaminación, porque soy asmática. Y curioso, el rollo de lo digital, o sea Facebook, fue una plataforma importante para conocer gente y ahora tengo mucha vida social, incluso más intensa que cuando era más joven. He conocido gente muy interesante. En lo referente al trabajo estoy más consolidada, hago fotografía y durante la pandemia descubrí la pintura, básicamente acuarela y gouache. Realmente siento que es una etapa muy plena, más intensa y activa que en otras, donde dedicas más tiempo a los hijos y menos tiempo para ti. Ahora mis hijos ya son independientes y es otra cosa muy diferente.

Platícame cómo es la relación que tienes con tu cuerpo…

Muy bien. Afortunadamente nunca tuve problemas de peso, fui delgada y bien proporcionada. Siempre he hecho ejercicio, me he tratado de cuidar por salud más que nada, y de verme al espejo y sentirme bien. Estoy muy a gusto en cuestión de cómo me veo. Con la menopausia sí te cambia el cuerpo muchísimo, de la noche a la mañana, pero la verdad es que tampoco tuve ningún problema, nunca sufrí bochornos, ni problemas de insomnio. Mis insomnios vienen más de preocupaciones, no del café. Todo el mundo me dice: “¿Por qué tomas tanto café?”, pero la verdad es que tomo sólo unas tres tazas al día, cuando mucho. Me mantengo muy bien y trato de comer saludablemente. La verdad me siento muy a gusto, siento que mi cuerpo es joven, así lo siento, porque me siento con muy buena condición. Me gusta patinar, bailar y andar en bicicleta y mientras pueda seguir haciéndolo, lo haré. No tuve coche muchos años, porque me gusta caminar y hacer ejercicio. Recientemente volví a comprarme uno chiquito, aunque trato de usar también el sistema de transporte urbano porque lo disfruto mucho y también porque ya pasó lo peor de la pandemia.  

¿Qué piensas de la presión social y los estereotipos a la que nos enfrentamos las mujeres?

Hay muchísima presión. Todo este rollo de los anuncios y toda esta cosa de la publicidad de que la mujer tiene que ser perfecta, influye mucho a muchas mujeres. Lo importante es que te sientas bien. El rol que nos han impuesto a lo largo de la historia ha ido cambiando y así tiene que ser, ya que, aunque hombres y mujeres somos diferentes, tenemos los mismos derechos. Creo que estamos en una edad más madura, en donde otras cosas importan más que estar preocupadas en lo superficial. Claro que me cuido porque la salud física es importante y eso me permite seguir teniendo muchas actividades. 

¿Qué opinas de estos nuevos cincuenta?

Veo que es súper positivo para nosotras, las mujeres. A todas mis amigas que están por la edad las veo súper jóvenes. Son vitales, juveniles, tienen un espíritu aventurero todavía. De chica pensaba: “Ay, las de cincuenta son ya viejitas”. Ahora me divierte esa ingenuidad. Sí veo mujeres de mi edad o más chicas que se ven mucho más viejas, pero pienso que es una cuestión de actitud. Creo que tiene que ver con cómo vivas la vida y cómo te sientas. Todas las personas cercanas a mí, que tienen mi edad ahora, las veo enteras y con muchos proyectos. Incluso mujeres de sesenta o de setenta que lucen espectaculares y viven plenamente. Es como si siguiéramos siendo adolescentes en muchos aspectos, ¿no?

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

Estoy en terapia, porque siempre he sido una persona insegura, aunque no lo parezca. Esta me ha ayudado mucho a verme de otra forma más amable, más amorosa. Ahora veo que soy una persona con luz, porque antes no me lo creía.  Además, me doy cuenta de cómo reacciona la gente a mi alrededor, las cosas que dicen los que me quieren. No significa depender de lo que lo que piensen, pero es bonito saberse apreciada y más importante CREER lo que dicen. Es retroalimentación, ¿sabes? Entonces, cuando me veo al espejo el día a día, me gusta lo que miro y trato de pensar positivamente. Somos las primeras en juzgarnos, los cambios del cuerpo son irremediables, pero hay que observarse de otra forma y gustarnos. En general, me siento una persona alegre, luminosa, sensual, con mucha energía y muy vital. Mi madre ha sido y es un gran ejemplo para mí.

Y de la menopausia que no se habla, ¿cómo te ha ido?

No la padecí, entonces no sé lo qué es. Tengo amigas que sufrieron muchos bochornos, insomnios, cambio de humor, resequedad vaginal o se les bajó la libido y, además, tomaban hormonas, que siempre me han dado miedo. Simplemente dejé de menstruar y ya. Soy la más feliz, porque era de las que menstruaba hasta nueve días, lo cual la hacía pesadísima. ¡Vaya liberación! Lo único que sí noté fue un cambio en el cuerpo, en la piel. Se te vuelve más flácida de la noche a la mañana y claro que esos cambios espantan. Entonces, hago ejercicio para mitigar estos cambios y cuido mi alimentación. Fuera de esto, me he sentido bien y plena en todos los sentidos.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

Mi madre es una mujer muy liberal y mi papá también lo era, a pesar de que ella me cuenta que era celoso, posesivo, machín, porque fue criado por tres mujeres. Imagínate. Sin embargo, ambos trabajaron y fueron creciendo profesionalmente juntos. Cuando anduve con el papá de mis hijos, ambos nos decían: “Vivan juntos, pero no se casen”. Yo opinaba lo mismo: “¿Para qué el papelito?”. Sin embargo, mira nomás, me casé tres veces, por razones diferentes en cada caso. Mi mamá se casó y divorció dos veces. Lleva ya muchos años sola, siempre fue una mujer trabajadora, libre, viajera, muy independiente y esa es la educación que yo recibí. Fui a escuelas activas, progres, por esta cuestión de ser extremadamente liberal y dejar que los demás, hombres y mujeres, sean y piensen como quieran. Creo que somos diferentes, pero los roles han cambiado. Todavía existen miles de hombres que ejercen el rol del proveedor y mujeres el de cuidar la casa y niños. Se crea una lucha de poder porque por más que quieren ser liberales, hay muchos que todavía son muy machistas. Para mí, es lo más normal que hombres y mujeres tengan los mismos derechos. Es lo que viví. Claro que somos diferentes biológicamente y en las relaciones no hay que tratar de entender, sino fluir. Hace algún tiempo, sobre todo viviendo en provincia, en Mérida, las amigas de mi hija, con mamás y papás muy cerrados, recurrían a mí y me contaban sus cosas, se sorprendían y me decían con alivio: “¡Oye, qué buena onda eres!”. Siempre he pensado que una buena comunicación con los hijos y la educación que les des desde pequeños es fundamental para que se logre el cambio que deseamos en esta desigualdad.

¿Qué lugar ocupa la pareja en tu vida?

Viví con tres personas y después de veinte años (¡¡!!) con altas y bajas, ires y venires, estoy de nuevo en pareja. En todo ese tiempo mi idea era que cada uno viviera en su casa, por eso de conservar el espacio individual, sin embargo, nunca hay que decir “de esta agua no beberé”, pues nuevamente vivo bajo el mismo techo con un hombre maravilloso y estamos muy contentos. Para mí sí es importante tener pareja, compartir y construir un proyecto de vida que, en esta etapa de nuestra vida ya es diferente, pues los hijos ya son grandes. Mira que mi madre es una mujer absolutamente independiente, que no tiene pareja desde hace muchos años y tiene una vida plena que le admiro mucho, sin embargo, como verás, tenemos personalidades diferentes.

¿Cómo ha sido en tu caso la maternidad?

Tengo dos hijos, una de veintinueve y otro de veintisiete. Los tuve ya en mis treinta y tantos. La verdad, antes no quería tener hijos. No me veía siendo mamá y de repente afloraron las ganas. Los dos fueron muy deseados y sé exactamente cuándo los concebí. Además, fui muy fértil, ningún problema y tuve dos embarazos increíbles. El primer parto fue de lo mejor, a pelo, sin anestesia y rápido, hasta el doctor me dijo: “¡Wow! Es de los mejores que he atendido en mi vida”. Fue bonito, porque Sofía ya quería estar conmigo y nació con una carita preciosa, aunque un poco averiada por el esfuerzo. Con Bruno, en cambio, fue cesárea, porque no se quiso voltear; decíamos que no quería salir, así que tuve las dos experiencias. La cesárea siempre es más complicada. Bruno nació sonriente y más bonito, porque la carita de Sofi estaba más moreteada. Después me separé con ellos aún pequeños y, obviamente, educarlos sola no es fácil. En gran cantidad de casos, como en el mío, los papás son bastante ausentes y no responden económicamente, o lo hacen por medio de juicios, etc. Ahora nos llevamos muy bien, pero sí fue una época muy fuerte.

¿Cuáles han sido los desafíos para educar a tu hija y a tu hijo?

Mis hijos son completamente diferentes. Sofía, la mayor, siempre fue una chica con un carácter fuerte, muy compañerita de chiquita, independiente, sin problemas en la escuela, lo cual era un alivio para mí. Luego en la adolescencia chocábamos mucho y fue más complicado. Con Bruno, en cambio, tuve más dificultades con las escuelas, lo sentía más frágil, más solitario y muy sensible. Y en su adolescencia fue más suave, tal vez porque era de carácter tranquilo y más pegado a mí. Mi hija siempre fue muy unida a su papá y en cambio, mi hijo no tuvo esa cercanía con su padre y eso hizo que yo lo sobreprotegiera un poco. A veces me culpo o me siento injusta, pero hacemos lo que podemos cuando estamos solas y tenemos que criarlos y educarlos como mejor pensamos que debe ser. En mi auto evaluación siento que hice un buen trabajo finalmente, porque ambos son dos personas maravillosas, independientes, sanas, de mente abierta y a favor de la equidad de género. Sofía es amiguera, sociable, viajera, aguerrida y segura de sí misma, cosa que le admiro muchísimo. Bruno es un chavo sencillo, amoroso, tranquilo, con un costado femenino fuerte y sensible.

¿Cuál es tu percepción de la sensualidad?

La sensualidad también es para una misma, te hace sentir bien, te hace sentir atractiva y creo que hay muchas formas de ser sensual. No tiene que ver si te ves delgada o perfecta, sino cómo mires tu cuerpo, cómo te sientas con tu cuerpo y cómo lo reflejes/expreses tanto hacia dentro como hacia fuera.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

Mucho mejor, mucho más abierta. Las mujeres tenemos más libertad de expresar cómo la queremos. Siento que muchas la han reprimido muchísimo tiempo, sin siquiera conocer su propio cuerpo, porque todavía existe la cuestión puritana y el pudor, que les enseñan a las mujeres que no deben de sentir, no deben de expresar, mientras que el hombre tiene todas las posibilidades de tener placer. Ahora ha cambiado eso y somos mucho más libres. En mi caso todavía estoy aprendiendo y descubriendo cosas que son maravillosas y divertidas. ¡Wow!  No hay límite de edad para ello. Se trata de confianza, dejar pudores de lado y experimentar.

¿Cómo ha sido para ti la vivencia de lo femenino?

Mi abuela siempre fue una mujer bastante dedicada a su marido, era lo más importante. Trabajaban en un restaurante, pero siempre estuvo impecable, siempre se arregló, siempre era muy guapa, siempre era elegante y mi mamá es así, donde la vanidad se impregna en su forma de vestir, en sus accesorios o su calzado; siempre es muy cuidadosa. Eso sí creo que lo heredé de mi abuela y de mi madre. La feminidad es algo que mamé desde pequeñita. Considero que verte linda para ti misma es algo importante también, ¿por qué no?  ¡Y los zapatos! Mi mamá siempre ha sido exquisita con ellos y yo soy también una obsesionada, lo confieso.  

¿Hay miedos?

Tengo muchas personas cercanas que han padecido cáncer; soy medio hipocondriaca y las cuestiones de salud me dan miedo, aunque en realidad estoy sana. Y miedo a quedarme sola, porque para mí sí es importante la pareja. Sin embargo, tengo el ejemplo de mi madre, que es una mujer plena, independiente, tan sana y lúcida a sus 93 años, que eso es lo que hay que aprender, a tener una vida propia, lo suficientemente plena y saludable para que, si estás sola, estés bien.

¿Y retos?

Tengo muchos proyectos. Aparte de crecer más con la foto, quiero seguir aprendiendo más técnicas con la pintura. Explorar con el arte de otras formas, pero siempre relacionadas a lo que hago. El arte, para mí, es la salvación.

¿Hay espacio para lo espiritual?

Sí y no. Me cuesta porque soy demasiado racional, pero siento que tengo que buscarlo de alguna forma, porque soy una persona nerviosa, ansiosa, impaciente, muy acelerada y eso podría calmarme un poco, bajarme los decibeles. Pero es algo que estoy apenas tratando de incorporar.

2 Comments

  1. Alina, qué gusto leerte, ahora siento que te conozco un poco más. Te ves muy feliz y plena. Además vaya talento que descubriste en la pandemia. Me encantan tus vibrantes creaciones. Te mando un fuerte abrazo y un beso.

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