Andrea Puente

En los cincuenta adquieres tu voz, eres el reflejo de todo lo que has hecho, de todo lo que has creído y has pensado

Cuando entrevisté a Laura Anderson Barbata se encontraba diseñando el vestuario para la ópera Florencia en el Amazonas y enseguida me sugirió entrevistar a Andrea Puente, que entre otros talentos y actividades era la promotora de su montaje en México. Poco antes de contactarla fui con mi amiga Sandy a ver la obra en el Teatro-Sala de Conciertos Elisa Carrillo, que forma parte del Centro Cultural Mexiquense ubicado en Metepec, en el Estado de México. La historia era doblemente interesante, tanto la de la obra como la de la narrativa. Por un lado, se trataba del primer encargo de una ópera en español para una compañía estadounidense, en este caso la Houston Grand Opera, para ser estrenada en 1996; así que la puesta a la que fuimos celebraba su XX aniversario. Por otro, entrelazaba varias historias de amor, que se sucedían durante una travesía por el Amazonas. La producción era de extraordinaria calidad e ingenio. Mientras la Orquesta Sinfónica Mexiquense estaba en el proscenio, bajo la batuta de Rodrigo Macías, el telón se levantaba para dejar ver una cortina translúcida, detrás de la cual se percibía un grupo de personajes “en acción suspendida”, como en un cuadro, y al fondo, mediante proyección audiovisual en tonos acuarela, se veía una parte del río Amazonas y un barco esperando ser abordado. A lo largo de la historia la cortina translúcida subía o bajaba, y la diferente luminosidad atrás de ella permitía una diversidad de cambios de escenario: el interior de un camarote, el comedor, la cabina de mando, la recreación de una tempestad… Sin duda fue un suceso cultural que disfrutamos mucho. El corazón de esa experiencia era justamente Andrea Puente, como lo narra ella en esta charla. Ahora cabe decir que los pasados 8, 10, 12 y 15 de este mes de octubre esta bellísima ópera se pudo volver ver en México, en esta ocasión en el Palacio de Bellas Artes, gracias también a los esfuerzos de Andrea.

Cuando nos sentamos a platicar acerca de estos nuevos cincuenta lo hicimos en un café cerca de casa de su mamá, pues Andrea vive fuera de México, aunque viene con cierta frecuencia, principalmente por los lazos familiares. Las reflexiones fueron enriquecedoras y fluyeron como si nos conociéramos de largo tiempo, sobre todo por la disposición y el carácter cálido de ella. Tiene un tiempo que abrazó sus canas, pero su semblante la muestra siempre muy jovial y con un espíritu dispuesto a seguir conquistando retos. Baste decir que el pasado mes de septiembre asumió la gran responsabilidad de ser la directora de Desarrollo del Ballet Hispánico de la Ciudad de Nueva York. Es seguro que, como a mí, lo que le falte es tiempo para todos los proyectos que tiene, siempre en el fascinante ámbito de la cultura. Un privilegio enorme que ella sea parte de estas Poderosas 50.

Querida Andrea, ¿Cómo estás en esta etapa de tu vida?

Estoy en una especie de renacimiento, porque estuve casada quince años con el compositor mexicano de óperas Daniel Catán. Se murió y tuve que reequilibrar toda mi vida. Soy arpista, toco el arpa y es lo que he hecho los últimos cuarenta años, pero también estuve colaborando con él y muy involucrada en su obra musical. Mi vida tomó este giro, donde soy responsable de sus obras y, aunque tiene una casa editora, a mí me gusta abrir puertas. Los últimos ocho años es lo que he estado haciendo. Me fui a Nueva York a estudiar una maestría en Promoción Cultural y Recaudación de Fondos y eso me ha posicionado en otro contexto y otro capítulo. Es nada más aceptar lo que la vida te pone y hacer de eso un proyecto de vida. También me he dedicado a compilar su archivo, mandarlo a la Universidad de Austin, en Texas. A la vez, soy mamá, tengo un hijo de veintitrés años y su edad me abrió la posibilidad de tener más tiempo.

Platícame de la relación que tienes con tu cuerpo…

Es de total aceptación. Uno se tarda en tratar de tener otro cuerpo, que no es el tuyo, y en mi caso ahora siento que estoy muy contenta con el que tengo. Lo cuido, lo disfruto, es mi templo. Hago yoga, como súper sano, duermo muchísimo. Me cuido y honro mi cuerpo.

¿Qué opinas de estos nuevos cincuenta?

Creo que en los cincuenta años realmente adquieres tu voz, realmente eres el reflejo de todo lo que has hecho, de todo lo que has creído y has pensado.

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

Diría mentiras si digo que admiro mis arrugas, pero sí agradezco tenerlas, haber vivido ya cierto tiempo y tener experiencia de vida. Eso es lo que creo. Antes no tenía absolutamente ninguna arruga y ahora tengo algunas, es como agradecer la experiencia vivida.

Y de la menopausia que no se habla, ¿cómo te ha ido?

He tenido cambios hormonales, pero me estoy cuidando. En Estados Unidos tuve la oportunidad de suplementar el cambio con hormonas bio-idénticas, que te las recetan en una micro dosis para que estés equilibrada. Hago eso, además de la cuestión del ejercicio y de cuidar lo que como.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

En Estados Unidos y en los proyectos muy independientes hay un énfasis en tratar a las mujeres al mismo nivel que a un hombre. Sin embargo, todavía tenemos mucho que equilibrar, sobre todo apoyando a otras mujeres. Llego a México y es como, “Bueno, esta señora dice ser la viuda de Daniel porque maneja la obra o porque dice esto o porque dice lo otro”, cuando en realidad tengo dos maestrías, soy músico profesional desde hace mucho y no sé por qué eso no cruza, pero a un hombre nunca se le pregunta si tiene títulos universitarios, eso no es parte de la conversación. Veo que si vives aquí hay códigos de conducta y las mujeres, a pesar de que hemos avanzado mucho en la equidad de género, a veces tienen que seguir jugando un juego en las jerarquías de dominio, es decir, quién es dueño del poder; eso se percibe cuando entras a una junta. Las mujeres en México son fuertísimas en todos los casos, y es más complicado por ese juego que todavía percibo que en algunos casos tienes que jugar. También he estado en situaciones donde me doy cuenta perfectamente que la que lleva el mando es la mujer, hay acuerdos tácitos. En la ópera que montamos hubo un proceso colaborativo, entre las mujeres se dio muchísima empatía, porque las mujeres trabajábamos solucionando problemas. Estamos programadas para solucionar, es como una directriz natural del género: tienes un niño ahogándose al comer algo y no estás pidiendo permiso para desahogarlo; tienes una agenda complicada y armas un grupo de amigas para recoger niños en la escuela o coordinando un sinfín de actividades. Esto se transfiere al campo laboral, me refiero a la colaboración con las mujeres. En realidad, logras más cuando se forma esta alianza entre mujeres.

¿Qué lugar ocupa la pareja en tu vida?

Hoy tiene que ver con la viudez, pero creo en una pareja que te acepte y te dé el espacio para hacer las cosas que te emocionan y te apasionan; no creo en las parejas asfixiantes. En el caso de Daniel Catán, fue una colaboración bastante ardua y buena, con respeto de espacios y profesiones. En ese tiempo tuve que hacerla de mamá también y hubo un gran apoyo de su parte. Creo en la colaboración de la pareja, pero con mucho aire, con mucho oxígeno. Creo que uno tiene que aceptar lo que la vida te presenta, en mi caso es esta viudez tan joven, pero también el cuidado de su obra. No acabo de dejar de relacionarme con el compositor, con el hombre que ya no está, pero sigue la relación con la obra. Es una viudez complicada, pero creo, no sé, que me da mucha fuerza dedicarme a estas cosas musicales, llevar el seguimiento de la obra para que no se pierda. No es una viudez de parálisis y estática, es una viudez con mucho movimiento y con un compromiso. La verdad es que me siento bastante viva y vibrante; a lo mejor hace ocho años no hubiera dicho esto, pero está muy bien, acepto lo que la vida me dio.

¿Cuáles han sido los desafíos para educar a tu hijo?

Me divorcié del papá de mi hijo y fuimos padres en casas separadas, porque para mí era muy importante que mi hijo tuviera la convivencia con su papá; también tuvo una convivencia muy grande con mi pareja posterior, que fue Daniel Catán, como que tuvo dos papás. La paternidad también me parece muy importante. Creo que un ser humano es mejor si tiene las dos partes complementándole la vida. Los adultos deben hacer un esfuerzo por llevarse bien, por compaginar y hacer acuerdos. Todos tenemos lo femenino y masculino, no sé si sea tan grande la diferencia, mi preocupación era más cómo hacer un ser humano que sea buen ser humano, de buen corazón, con principios, que ame la vida, que ame el arte, que ame lo que hace. Ese era el reto. Hoy tenemos una relación muy cercana, pero también de mucho espacio. Claro que los hijos siempre piden consejo, pero cada quien tiene que descubrir sus caminos, caerse y volverse a levantar, porque, ¿cómo aprenden si no los dejas? Cuando él se iba al colegio era el tiempo para mí misma, para estudiar, ya luego compaginaba conciertos ciertos días, pero los ensayos, que sí eran muy tarde, yo no los aceptaba. Me fui a vivir a Los Ángeles hace dieciocho años y eso me permitió tener un horario muy abierto y adaptado a lo que yo quería que fuera mi vida: daba conciertos los meses que podía, cuidando de tener ciertas horas con mi hijo. Una prioridad, absolutamente, mi arpa, mi hijo y Daniel Catán.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

Cuando llegas a este punto sabes exactamente lo que te gusta y lo que no. Es una sexualidad mucho más madura, con más libertad. Prefiero mi sexualidad ahora que a los veinte años. Ahora es mucho más profunda.

¿Cómo ha sido tu vivencia de lo femenino?

Vengo de un matriarcado. Mi abuela era una mujer súper guapa, muy fuerte, un pilar. Tenía una feminidad muy a flor de piel y mi mamá igual, muy guapa, muy independiente. Mi mamá era una mujer fuerte, inteligente, responsable, comprometida con la familia y la misión que ella estableció con sus hijos y con su proyecto de vida, al ser profesora de piano en el Conservatorio Nacional de Música. Absorbí a temprana edad ese sentido de independencia y de compromiso y, lo más importante, jamás sacrificando tu plan de vida, tu libertad. Aprendí de estas dos mujeres.

¿Hay miedos?

Siempre hay miedos, nunca te dejan. Miedo a no poder decir cuál es tu verdad, miedo a no poder ser honesto con una persona que no puede comprender tu honestidad. En realidad, no hay gente que no tenga miedo, es parte del proceso humano. Lo importante es cruzar los miedos. Yo me enfoco con una meta y los cruzo, a veces hasta me siento en ellos y los dejo que afloren. Mantengo un diálogo con el miedo y lo cruzo.

¿Y retos?

Mantener siempre una actitud de serenidad cuando se presenten momentos difíciles. Mantener el enfoque, mantener la meta, no perderla. Cuando falleció Daniel fue muy duro y me dolió muchísimo, porque además teníamos una relación muy buena. Se murió durmiendo, se le paró el corazón. Gracias a las meditaciones budistas y con el entrenamiento que te brindan pude comprender que cada quien tiene su tiempo, su campana que suena y va a sonar te guste o no, y justamente cruzando el dolor, el miedo, la pérdida, cruzando esos sentimientos es que llegas a la serenidad, pero claro que los tienes que cruzar, no hay vuelta de hoja, no te puedes evadir.

¿Hay espacio para lo espiritual?

Esa es la base en mi vida, la espiritualidad. Creo que sin eso no habría podido cruzar nada, ni los éxitos ni los dolores, nada. Todos los días tengo un momento en el que doy gracias que estoy en esta existencia, en este mundo, y agradezco lo que se me da y se me ofrece. Un minuto de silencio o más al día. Hago veinticinco minutos de meditación al día y entro en silencio entrando en comunicación con todo lo que nos rodea. Hay gente que le tiene miedo a la palabra Dios, yo no. Yo creo en Dios, en una cierta energía, sin centrarme en la semántica. Con la música tocas un nivel de espiritualidad enorme y absoluto definiéndolo como quieras, no importa si es la energía, Dios u otra dimensión, pero sí la tocas. Te da esa puerta tan magnífica y enorme de poder ver la realidad con otro lente.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *