Me reconcilié más con mi cuerpo en muchos otros sentidos, que tienen que ver con el erotismo y la sensualidad

A Marina la conocí en una fiesta de cumpleaños de mi querida Ana Mansilla y de inmediato nos caímos bien e intercambiamos teléfonos; por supuesto, también nos hicimos amigas en Facebook y, como ocurre en esa red social, nos dimos cuenta de los amigos que tenemos en común, entre ellos Lino Santacruz y Miguel Gleason. A ellos los conocí en diferentes etapas por cuestiones de trabajo, ambos sensibles, excelentes comunicadores y con un profundo amor por México, aun cuando llevan años viviendo fuera del país por cuestiones laborales. Ella estudió con los dos en la universidad.

Tuve la fortuna de que Marina me invitara en una ocasión a una noche bohemia en su casa y que coincidiera con una estancia de Miguel y él también fuera. Recuerdo que me la pasé muy bien, pues, aunque sólo los conocía a ellos dos todos eran muy amables y la jornada era cantar y cantar temas de la época universitaria.

Cuando le propuse conversar sobre estos nuevos cincuenta a Marina le encantó la idea, y al platicar con ella me di cuenta del por qué. Recién había pasado por una serie de procesos que la habían ayudado a reencontrarse consigo misma, con su ser mujer y justo en esta etapa de la vida que a mí me ha llevado a sentarme en charlas distintas, profundas, generosas y de grandes aprendizajes. Sin duda, la que tuve con ella me llevó a hondas reflexiones. Reconciliarme con mi cuerpo, con mis curvas, con las sensaciones que me despierta… es una de ellas. A mí siempre me ha gustado usar faldas o vestidos, me siento más libre y lo disfruto, y creo que ahora lo hago con mayor conciencia y placer. Gustarnos parece un desafío grande y debiera ser lo más natural del mundo.

Marina y yo nos hemos visto en otras ocasiones, en una con mi querida Gabriela Durán, pues resulta que también se conocen. En cada encuentro es palpable el afecto, pues Marina es un ser transparente y con sus emociones a flor de piel. Yo lamento que las ocupaciones del ajetreo diario nos absorban y no siempre sea posible frecuentarnos más, porque la charla, las ideas, las risas… se dan muy fácil con Marina.

Querida Marina, ¿cómo estás en esta etapa de tu vida?

Ha sido una etapa de muchos cambios en mi vida y esos procesos exigen mucha energía a nivel mental y emocional. Sé que estoy comenzando una de las mejores etapas de mi vida. Tengo más claro lo que quiero, estoy enfocando mi energía de una manera más selectiva y he aprendido a reconocer lo que tengo que dejar ir; hoy me conozco mejor e intento despojarme de lo que me impide estar bien. Ahora mismo, estoy tratando de aprender a no necesitar tantas cosas y a hacerme de lo que sí necesito, que en este momento son proyectos que me apasionen, donde me involucre, me permitan explorar otras realidades y en los que aprenda. Me encanta aprender, creo que es una de las cosas que me mantiene motivada y con energía. El amor a mí misma, el amor a lo que hago; el amor como un sentimiento es capaz de sacar lo mejor de mí. También estoy en un momento de salirme de mi cajita o del área de confort, concluyó mi matrimonio de veinte años y también la etapa de recibir un salario quincenal al pertenecer a una empresa transnacional, transitar de esa seguridad aparente, que tiene sus implicaciones en la vida de una, especialmente en el tiempo que le dedicas, a encontrar lo que me apasiona. Mis prioridades han cambiado. Poder manejar mi tiempo y darme espacios para mí, recreativos y para alimentar la relación con mis amigas y amigos es fundamental. Creo que estoy viviendo un momento donde casi, casi, podría hacer lo que se me pegue la gana.

Platícame cómo es la relación que tienes con tu cuerpo…

Súper reconciliada. La relación con mi cuerpo es algo que he trabajado y en la que me he enfocado en los últimos tres años y es cuando mejor me siento. Creo que hubo momentos en los que hice dietas estrictas, pasando mucho tiempo en gimnasios, para cumplir un peso. De unos años para acá, tengo hábitos más sanos, no me obsesiono y me reconcilié con mi cuerpo en muchos otros sentidos, que tienen que ver con el erotismo y la sensualidad. Trato de cuidar más mi alimentación, pero lo hago por otras motivaciones, para tener más energía y para estar más sana, para sentirme bien. Ahora veo mi cuerpo como un vehículo fundamental. Creo que lo invisibilizamos mucho. En la sociedad en la que vivimos y el mundo en el que vivimos, creo que tiene que ver con el capitalismo, en donde hay una prohibición implícita del placer, del erotismo. El cuerpo es un vehículo de placer y también de conexión, porque es nuestro vínculo con el mundo exterior y es la manera como nos conectamos con y nos acercamos a los demás. Es una expresión contundente de nuestra materialidad.

¿Qué piensas de la presión social y los estereotipos a los que nos enfrentamos las mujeres?

Nos tenemos que enfrentar a muchos de ellos. Desde lo que se espera de nosotras en términos de cómo deberíamos manejar nuestras vidas, o bien, una vez que una mujer es madre, pareciera que deja de ser un ser humano, con intereses y espacios de expresión propios y debe “sacrificarse”, y en otros casos podemos ser cuestionadas por haber decidido no tener hijos. También nos enfrentamos a los parámetros de belleza que nos dictan. Vivimos en una cultura occidental en donde este tipo de cánones, impuestos por ideologías a veces muy diferentes a la nuestra, tienen diversas formas de influencia y penetración, que en mayor o menor medida llegan a permear perjudicando la salud física y mental de muchas mujeres. También pueden manifestarse en la exclusión de ciertos ámbitos porque no cumples con esas características. Trabajé muchos años en la industria de la belleza. Me di cuenta de que los parámetros de la moda los hacen en su mayoría hombres que con frecuencia tienen visiones cuando no misóginas, sí de imposición de un cuerpo que muchas veces no tiene nada que ver con nosotras las mujeres, específicamente en América Latina. Es decir, están hechos para que a la mujer no se le vean las redondeces y la voluptuosidad y para excluir a las mujeres que no cumplen con esas características. Este tipo de mensajes han tenido influencia en el comportamiento de muchas mujeres y en su auto percepción, al grado de que muchas agreden su cuerpo para poder encajar, sometiéndose a una serie de procedimientos que son riesgosos para la salud y la vida. Cierto es que cada quien hace con su cuerpo lo que quiere, pero creo que muchas de las veces son unas agresiones al cuerpo impresionantes, con base en modelos que están dictando hombres que no tienen senos grandes, que no tienen caderas anchas, ni prominentes, ni maravillosas.

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

A una mujer que vive y que disfruta de la vida, y que se siente bien con lo que ve y lo que proyecta en esa imagen en el espejo. Alguna vez una psicoterapeuta a la que acudí durante mi proceso de divorcio, una persona muy querida, me dijo que un día iba a verme al espejo como mi mejor amiga. Hoy estoy en ese camino. Viví durante un poco más de dos años un proceso de autoconocimiento, con un grupo de maravillosas mujeres con diferentes y muy diversas historias de vida. Aprendí lo importante que es la solidaridad entre mujeres, esa resonancia con la otra, de verte tú a través de la otra, porque independientemente de las experiencias tan diversas de cada una, siempre encuentras puntos de conexión. Viví la solidaridad entre mujeres cuestionando los paradigmas dictados por un mundo patriarcal que influyen en tu relación con otras mujeres; un mundo en donde las mujeres competimos. En ese proceso que viví, nos apoyamos, nos respetamos, nos escuchamos, nos sostuvimos las unas a las otras y nos permitimos expresarnos, en todas nuestras dimensiones. A mí me permitió conectarme con la dulzura, la ternura, la compasión, todo eso que para mí es tan importante. Este grupo de mujeres tuvo un impacto muy grande en mi proceso de reconciliación conmigo. Las tengo en mi corazón siempre y así las llevaré en mi memoria cada día de mi vida. El primer año fue un proceso que se dividió en cuatro etapas. La primera fue el orden y siguió la belleza. Esa segunda etapa estuvo llena de momentos especiales y también fuertes; nos desnudamos de cuerpo y alma, así, con nuestros más íntimos temores e inseguridades, hasta donde cada una lo decidió. Tuve que romper muchas barreras, paradigmas, creencias, al grado de que, en una de las sesiones, cuando prendieron la luz, estábamos todas danzando con una corona de flores, mostrando nuestra desnudez. Fue muy lindo pasar las manos por mi cuerpo y reconocerme, porque con frecuencia no tenemos ese contacto íntimo, consciente y de aceptación de nuestro cuerpo. Me quedó claro que puedes transitar en este mundo siendo mujer y que puedes aportar mucho como un ser humano que ha transitado la vida desde un lugar y una visión diferentes del mundo. Sororidad es el concepto que usan los círculos de mujeres para definir esta red de apoyo, de comprensión y de respeto a la otra, porque ves a la otra y te ves a ti. Es un poco el reflejo de ese camino que las mujeres hemos recorrido para llegar a donde estamos hoy.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

El mundo corporativo es profundamente competitivo, entras en un esquema donde para poder obtener ciertas posiciones tienes que emular a los hombres. Llorar es de mujeres, sentir es de mujeres y embarazarse es de mujeres, son cuestiones muy mal vistas, muy castigadas y asociadas con la debilidad, al menos en la etapa que yo viví. Hay una penalización muy fuerte para las conductas que son consideradas “femeninas” en ese entorno, como si sentir o la expresión de los sentimientos fuera privativa o exclusiva de las mujeres. Creo que una experiencia así trastoca tu manera de actuar, te invisibiliza y te limita. Al final del día tú eres mujer y puedes estar en el mundo como mujer y eso está bien. Como mujer con tus procesos físicos y biológicos. Y, desde ese lugar, puedes aportar otra visión. Creo que aún hay diferencias, en derechos y oportunidades. He vivido, como seguramente muchas otras mujeres, la discriminación, sin embargo, estoy consciente que he tenido otras ventajas que otras mujeres no han tenido, quizás por sus rasgos o sus antecedentes. Reconozco a las mujeres que han luchado por los derechos de los que hoy gozamos y también entiendo que cuando se busca visibilizar la injusticia, la inequidad, es necesario levantar la voz y enojarse e indignarse, por supuesto. También creo que los discursos de odio, recalcitrantes, contestatarios, sin argumentos, tan radicales, a veces no nos han ayudado. Sigue habiendo situaciones indignantes, inaceptables y, sin embargo, creo que el camino no es entrar en competencia y en conflicto con los hombres. Tenemos una manera diferente de aproximarnos al mundo, hay que aceptarla, reconocerla y abrazarla. Me siento mucho más contenta hoy porque me he permitido expresarme a través de la ternura, conectarme más con la compasión, con la proximidad. Reconozco y me reconozco en las mujeres que han alzado la voz, porque es necesario que nos miren, que nos reconozcan y nos respeten en nuestros derechos fundamentales. A la vez, creo que aún hay camino por recorrer. Tenemos que buscar los mismos derechos ante la sociedad, las mismas reglas jurídicas, la equidad económica, política, social, pero no competir como los hombres, sino en un plano diferente, en colaboración. Sumarlos, invitarlos a pensar y a repensar su rol y los privilegios de los que algunos, que no todos ni en todos los contextos, han gozado, para que las relaciones entre nosotros se den sin jerarquías y con respeto.

¿Qué lugar ocupa la pareja en tu vida?

Es una parte importante. Sin embargo, ahora lo veo como una parte que acompaña las diferentes facetas de mi vida y que se construye, no se puede dejar al azar, requiere trabajo y compromiso. Hay muchas formas de crecer, de realizarse, y el estar en pareja es una de ellas. Tenía veintiocho años cuando me casé y estuve casada veinte. Cuando se conformó el matrimonio tenía una concepción muy diferente de la pareja. Tenía que ver con cómo fuimos educadas las mujeres y los hombres, que te casas y piensas que va a durar toda la vida y que vas a envejecer con esa persona. Y, además, te haces expectativas a veces infundadas. Hay muchos aspectos que damos por sentados y no se hablan.  Mi matrimonio fue un proyecto de vida en pareja que cumplió lo que tenía que cumplir en su momento y en el que disfruté y viví experiencias que me enriquecieron. Hoy estoy consciente de que esos proyectos tienen que renovarse porque una cambia y uno de los aspectos más complejos de una relación de pareja, en mi experiencia, es cambiar, dejar de ser, volver a ser esa nueva persona y permanecer en pareja. Hoy siento que las relaciones tienen que ser suficientemente expansivas, para permitirte ser tú misma y crecer, y permitírselo a la otra persona también. Es un compromiso que adquieres libremente, que tiene que ver con la voluntad de compartir y compartirte con el otro ser humano, independiente, con sus propios intereses, sus motivaciones, su manera de expresarse. Hoy creo que amar es una acción y que se tiene que actuar todos los días. Tiene que ver con que pongas tu energía, atención e interés para hacer sentir ese amor de forma concreta, y es una cuestión de voluntad de las dos partes. Hay que estar disponibles para amar. Y hay que trabajar en ello y disfrutarlo y gozarlo, gozarlo mucho, que para eso es. Y no puedes dar por sentado nada. Las relaciones son finitas, como nuestra vida.

¿Pensaste en algún momento en la maternidad?

No todas las mujeres tenemos la vocación de ser madres. Son decisiones que se toman y en mi caso fue una decisión pensada. Tuve momentos de duda, pero me di cuenta de que no era para mí. Eso sí, nunca me lo cuestioné como una manera de desarrollarme, una manera de cumplir un ciclo o de expresarme. Creo que hay muchas maneras de hacerlo. La maternidad es una decisión y no una obligación.

¿Cuál es tu percepción de la sensualidad?

Estuvo dormida en mi vida algún tiempo, hoy la he recuperado y la cultivo, para mí es muy importante. Me parece que es muy sano y muy reparador explorar más esa parte, creo que uno vive mucho mejor si disfrutas más a través de tus sentidos. Ahora la vivo como algo esencial en mi comunicación, con una pareja, con un compañero, pero también con mis amigas, con mis amigos, en mi vida cotidiana. Creo que la sensualidad va mucho más allá de la sexualidad, tiene que ver con el placer de vivir, porque realmente es conectarte con el mundo y poner tus sentidos, tu cuerpo y mente al servicio del disfrute y el gozo de la vida. Sin embargo, son cuestiones muy castigadas en una sociedad tan consumista, porque la sensualidad, y sobre todo la sexualidad, es muy llevada a la genitalidad, al rendimiento, al orgasmo y a unos estándares de lo que debe ser. Yo he descubierto que la sensualidad y el erotismo tienen que ver con un proceso de autoconocimiento. Es primero individual, lo tienes que explorar y experimentar tú, y claro, luego lo compartes. Es toda una manera de viajar a otro cuerpo y de reconocerlo y de reconocerte en otro cuerpo. Hoy las vivo, la sensualidad y la sexualidad, con mucha más libertad, con mayor conciencia, en el aspecto de estar activamente presente.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

Muy bien, más plena, hoy me conozco mucho mejor. Aprendí que el placer no sólo es con otro, también existe el auto placer, es decir, el auto erotismo, el disfrute propiciado por ti, al tocarte y sentirte. Es un tabú, tocarte es un tabú, pero como una mujer que lo ha experimentado, te puedo decir que hay muchas maneras de disfrutarse con o sin pareja. Descubrí y redescubrí aspectos de mi cuerpo y de mi manera de erotizarme que no conocía. Leí al respecto y, además, fui con una especialista en Tantra. Lo hice para bajar mis niveles de estrés, para aprender a relajarme. Mis amigas cercanas me preguntaban si me había enseñado posturas y si ya me sabía el Kama Sutra, yo moría de risa y claro que les contestaba que no se trataba de esto. Me enseñó a respirar, porque respirar es aprender a sentir, a estar consciente de ti y a estar conectada contigo, porque desde ahí se empieza. Si no estás bien contigo, ¿cómo te conectas con otro cuerpo? Yo sí creo que el placer lo propicias tú. Te puedes provocar tus propios orgasmos y tus propios momentos de placer. El asunto es atreverte a auto explorarte y a conocer tu cuerpo, lo que a ti te gusta y lo que a ti te funciona, claro, y si existen las condiciones para compartirlo, está muy bien. Cada quien decide cuándo, cómo y con quién es propicio.  Somos una unidad, no hay una separación entre este cuerpo, el espíritu y tu mente, yo veo la sexualidad como un ejercicio muy completo al respecto.

¿Cómo ha sido para ti la vivencia de lo femenino?

¡Ay, Martha, qué pregunta! Es un concepto muy difícil de definir. Creo que lo femenino cada mujer lo hemos vivido de muy diferente manera. Creo que hay muchas maneras de vivir lo femenino y tiene relación con el papel o el rol que se espera de nosotras como mujeres. Entonces, puedo decirte que cada mujer lo vivimos seguramente de muchas maneras, porque hay que tomar en cuenta factores como la edad, las condiciones de vida, la etnia, el nivel socioeconómico en el que las mujeres vivimos. Yo he vivido y visto como se vive lo femenino a través de mi relación con las mujeres y los hombres en mi familia y a través de quienes han ejercido influencia en mi manera de expresar lo femenino. Creo que me ha tocado, como a tantas otras mujeres, la tarea de resignificar lo femenino, porque para las mujeres que me antecedieron en mi familia, desde mi abuela materna, lo femenino era símbolo de sacrificio, de servicio a los demás y de un trabajo constante para y por los demás, viviendo bajo el escrutinio de los demás. Para otras fue abrirse camino en ámbitos que no estaban habitados por mujeres en la parte profesional, en la vida pública, y otras nos hemos reinventado. Hoy, por fortuna, veo en mi propia familia y en mi círculo de amigas muchas maneras inspiradoras de expresar lo femenino y me da mucho gusto. En mi caso creo que yo lo fui deconstruyendo y ya en mi matrimonio comencé a replantearme qué era esto de lo femenino. Sigo en el proceso de reinterpretar lo femenino y lo que me interesa es vivir lo femenino si esto existe como tal, en una suerte de equilibrio entre el respeto y la libertad para ser mujer y expresarlo a mi manera en cada etapa de mi vida.

¿Hay miedos?

Sí, ¡cómo no! Sobre todo ahora que vivo sola. Aun cuando siempre he tenido una vida profesional activa, excepto en mis años de maestría, hoy me tengo que hacer cargo totalmente de mis necesidades económicas, emocionales, de salud, en resumen, de mi vida. Crecer y madurar tiene esa implicación y a cambio tienes el gran premio de la autonomía. Sí, a veces he sentido miedo, o más específicamente, incertidumbre. Al haber decidido salir de la vida corporativa para explorar otras cosas, porque me sentía desmotivada, necesitaba llenar mi vida de otros estímulos e hice una maestría en Antropología Social y fue cambio de rumbo. Por un lado, me da miedo que algo me pudiera suceder en términos de salud y que eso me incapacitara para trabajar, porque dependo totalmente de estar al 100% y, por otra parte, está el contexto en el que vivimos de incertidumbre, donde el miedo es no poder construir un patrimonio adecuado para mi vejez. Sin embargo, tengo confianza en el futuro y mucha ilusión de lo que vendrá.

¿Y retos?

Seguir aprendiendo de mí, de mi proceso como Marina el ser humano, en esta nueva etapa en donde tengo que generar mis propios recursos, mi propia manera de vivir y mis propios estímulos. Es retador cuando tienes la libertad: ya la tienes, ¿ahora qué vas a hacer con ella? Mi reto es descubrir esos caminos y estímulos que me produzcan bienestar, que me hagan sentir bien conmigo y que me permitan seguir aprendiendo y creciendo, siendo congruente con mis principios de vida. Uno de ellos es encontrar proyectos que me permitan contribuir y regresar un poco de lo que a mí se me ha dado en cuanto a oportunidades, educación; ya encontraré el proyecto, estoy en ello. Otro es aprender a recibir y seguir mi proceso de auto conocimiento. Seguir esculpiendo a Marina para que se pueda compartir de una manera más plena.

¿Hay espacio para lo espiritual?

Por supuesto, para mí hoy es muy necesario. Estaba en ese aspecto muy olvidado. Hoy lo espiritual, que no necesariamente lo religioso, tiene importancia en mí a través de todas las expresiones sensoriales y de la conexión con mi cuerpo y con la naturaleza, con otras personas, y a partir de un regreso a las cosas que yo amaba, como el arte, el cine, la música, las largas caminatas, las conversaciones con las personas queridas, mis momentos de soledad y de reflexión. Para mí la espiritualidad no tiene relación necesariamente con el aspecto religioso, sino con un sentido humano que se expresa de muy diversas maneras. Mirar al otro en complicidad para hacerle sentir nuestro amor es espiritual; generar las condiciones en tu comportamiento para que quien está a tu alrededor se sienta apreciado, escuchado, es espiritual; compartir las plegarias de alguien querido es espiritual. Hace no mucho vi una imagen de un niño salvando a un perro durante una inundación en India, arriesgando su vida, esa acción es para mí profundamente espiritual. En la vida cotidiana encuentras muchas y diversas expresiones de lo espiritual.

10 Comments

  1. Gracias, Marina, por tu franqueza, por tu honestidad, por ser ejemplo de autoconocimiento, aceptación y amor.

    1. Gracias Stella por tus palabras tan generosas! Espero poder conocerte y conversar “Alrededor del Fuego”. Un abrazo grande,

  2. Marina, me encantaron tus reflexiones: estar atentos a dónde enfocamos nuestra preciada energía. Dejar ir lo que ya no es para nosotras. Necesitar menos y encontrar eso que sí necesitamos.
    Reconciliarnos con nuestro cuerpo.. que somos uno, cuerpo, mente y espíritu.
    Sobre todo me encanta tu reflexión de no competir con los hombres, sino sanar nuestra relación con ellos y nos irá mejor a todos.
    Igual que tú estoy en la etapa de reconectar conmigo y me encantó el saber que en el espejo está mi mejor amiga.
    Si puedes por favor comparte el grupo de mujeres al que vas porque a muchas nos servirá.

    Claudia Montero

    1. Hola Claudia, que gusto leerte y saber que compartimos ideas y visiones. Me encantaría conversar contigo. Le voy a pedir tu teléfono a mi querida Martha. El Círculo de Mujeres al que fui se llamó “La Gran Diosa” de Redes Lunarias, cuya fundadora es Roxana Aguilar. Ella ya cerró este espacio. Sin embargo, tengo conocimiento que sus algunas de ellas siguen este camino. Con gusto te comparto los datos. Me encantaría conocerte y conversar. Te mando un abrazo cálido,

  3. Me encantó leerte, Marina linda. Y estoy muy de acuerdo que no se trata de competir con los hombres, sino integrarlos de otra forma. Creo que hay que reeducarlos a que somos diferentes, pero con los mismos derechos. Yo soy de las que los ama y me enoja que haya esos extremismos de odio y luchas de poder porque por ahí no es el camino. Me encantó lo que cuentas de esa experiencia con el cuerpo y las demás mujeres. Es un ejercicio de autoconocimiento y aceptación. Y bueno, dejar el pudor fuera, eso sí es difícil si no te gustas, ¿no? Jajaja

    Abrazos para ti y para todas las que he leído y con agradecimiento para Martha, con este proyecto tan lindo y femenino. 🙂

    1. Alina qué gusto leer tu comentario. ¡Gracias! Ya hace falta un café, al fin las dos somos cafeteras. Jejeje. Me encanta verte tan contenta y plena y me encanta tu sentido del humor. Cierto, creo que el mundo lo construimos ambos, mujeres y hombres. Un abrazo y un beso,

  4. *** Cuando hablo de pudor, me refiero a que muchas mujeres no se gustan y ahí es un reto importante para poder verse a una misma y amar lo que ve. Y creo que esos ejercicios deben ser maravillosos también para ello. 🤩

    1. Por supuesto, Alina. Es muy necesario gustarte, conocerte, aceptarte. Puedes hacer algunos cambios para sentirte mejor, sin embargo lo esencial es trabajar en tu auto percepción.

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