Es la primera vez que, en lugar de estar viendo a los demás, que también es una característica muy mía, me estoy viendo yo

Las conversaciones sobre estos nuevos cincuenta se fueron dando con muchas mujeres, más allá de mi círculo de amigas cercanas. Parafraseando a mi querida Elisa Lozano, fue como ensartar un collar de perlas. Quien me habló de Mila fue Rocío Mireles; al término de su entrevista me dijo: “¿Todavía te faltan?”. En ese momento no iba ni a la mitad del número que me había propuesto, así que sí, me faltaban. “¿Conoces a Mila Ojeda? La deberías de entrevistar, es muy vital, tiene un carácter muy alegre y organiza bailes en su casa; yo he ido un par de veces”. Con ese antecedente la busqué y nos encontramos en su casa, muy luminosa y llena de detalles; un espacio feliz que, me enteré por ella misma, cada tanto se modifica para recibir a todos aquellos con ánimos de bailar.

Fue una muy buena charla y desde ese momento supe que el espíritu de la música lo trae muy dentro, y desde muy pequeña. No sólo organiza esas sesiones de baile, para los que saben y para los que desean aprender, sino que ella misma integró un grupo donde es percusionista y cantante: Secreto a voces (https://www.instagram.com/secretoavoces.duo/).

Pronto nos enlazamos en el Facebook y en Instagram, lo que fue un lujo en tiempos de pandemia, porque ella y sus amigos cercanos tienen un ingenio audaz y el mejor de los ánimos. Organizaban encuentros virtuales que transmitían para beneplácito de los demás, y donde ellos se disfrazaban, bailaban y hacían otra serie de fabulosas travesuras.

Ya encaminados en esta nueva normalidad, he podido testificar cómo cada vez está más involucrada en la música, y su grupo ya no sólo tiene presentaciones en su casa, sino en otros lugares, lo que sin duda amplía el público que los conoce y disfruta. Es, además, una talentosa diseñadora e ilustradora. Hace como un año, gracias a ella colaboré en Capitel, una revista que Mila hace para la Universidad Humanitas, con un texto que vinculaba el trabajo del artista plástico Luis Felipe Ortega y los sueños; lo disfruté mucho.

Ahora que me he propuesto disfrutar más la vida procuraré ir seguido a sus tocadas… ¡y bailar! Qué rico tener un espíritu como el tuyo, querida Mila.

Mila querida, ¿cómo estás en esta etapa de tu vida?

En general bien, muy feliz, a gusto. Antes le temía a esta edad, me imponía el número de los cincuenta. Cuando era niña, pensaba: “híjole, en el 2000 seré una viejita de treinta y seis años”. Eso me parecía. En mi imaginario me veía como una señora de traje sastre, en fin, una viejita. No sé de dónde saqué eso, porque mi mamá no era así. Pero si treinta y seis en ese momento me parecían un montón, cincuenta años suenan muchos y el tema es que yo no me siento así, sino infinitamente más joven. Como que no me corresponde el número con la energía que traigo.

Platícame cómo es la relación que tienes con tu cuerpo…

Estoy muy en paz. Nunca he tenido un tema complicado con mi cuerpo. Siempre hay cosas que uno quisiera tener y no tener, pero en general, en paz. Sí me doy cuenta de que está cambiando y, en mi caso, juro que no había cambiado en muchos años. Soy la misma persona, pero hay cambios y aunque son sutiles sí te vas dando cuenta que hay cosas que ya no funcionan o son diferentes. Tienes menos aguante para ciertas cosas, físicamente hay un desgaste, pero creo que el cambio es más de adentro. Es como estar en paz con uno mismo, y espero todavía poder ser una mejor versión de mí misma, aunque ahorita ya soy la mejor versión de mí misma de toda la vida.

¿Qué opinas de estos nuevos cincuenta?

¡Como han cambiado las cosas! Antes las mujeres se casaban y rarísimamente se divorciaban, ni lo contemplaban. Eso sí nos replantea un escenario. Antes, a esta edad o un poco antes, a los cuarenta y cinco, la vida estaba resuelta. Si no eras abuela, tenías un marido que te caía bien, mal o regular, pero ahí estaba el señor, no era un tema, la pareja no era un tema. El dinero tampoco era un tema, porque bien, regular o mal había ya cierta estabilidad. No era una preocupación y así uno podía lidiar con los hijos adolescentes, que ya es un tema bastante grande y fuerte, la verdad. Entonces, más o menos lidiabas. Ahora, en nuestro escenario, la pareja sí es un tema; para el 90% de mis amigas y de mi gente cercana es un tema; la cuestión económica es un tema importantísimo, porque nadie lo tiene resuelto, bueno, alguien lo debe tener resuelto, pero es y será un tema hasta el último día de nuestras vidas. Tengo esa sensación, aunque espero que no. A eso, súmale el tema de los hijos adolescentes y todo se complica. En un sentido sí lo tenemos más difícil, y en otro sentido es más rico.

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

Mucho camino recorrido y una consciencia que no tenía antes de todo lo que no sabes. Es a la inversa, cuando eres joven crees que sabes y entiendes todo, pero conforme más pasa el tempo te das cuenta de que sigues en el aprendizaje perpetuo y todavía te falta mil por conocer, por saber, por entender. Lo que veo es esto, mucha historia recorrida. La importancia del gozo la veo básica por primera vez. Por diversas circunstancias, mi vida ha llegado a un punto de pararse y revisar qué quiero hacer yo y no hacer lo que espera la demás gente. Es una cosa muy sencilla, los hijos se vuelven el centro de tu vida y vives para ellos y en función de ellos, sobre todo cuando son muy chiquitos. Y ese es otro tema que coincide con la edad, el momento en que ellos empiezan ser adultos y hay un cambio, aunque a mí me costó mucho trabajo. Ha sido un proceso complicado cambiar mi maternidad. Para mí fue como un duelo, dejas de ser la mamá de niños chiquitos. Vas a ser mamá siempre, es más, no sólo eres mamá de tus hijos, sino también la mamá de tus amigos, bueno, en mi caso, que soy un desastre, pero ahora soy mamá de adultos y es otra maternidad. Todo esto coincide con esta etapa, en que te tienes que voltear a ver. No es que no lo haya hecho, pero sí estaba mucho más integrada mi parte materna con mi vida cotidiana, y eso ya acabó. ¿Qué quiero realmente? Bueno, se me juntó lo de mis hijos con una historia personal, de familia, en la que yo no me había permitido hacer lo que yo quería y que tiene que ver con mis orígenes, con mi raíz musical. Por primera vez dije: “Quiero hacer música porque yo quiero, porque no me importa si soy buena, regular o mala, no me importa si estoy llenando las expectativas de mi papá o de mi hermano, lo voy a hacer por mí”. Fue un giro totalmente. La diferencia es que lo hago porque a mí me gusta y lo disfruto muchísimo. También tiene que ver con la experiencia, que uno se va conociendo y entre las cosas que descubrí de mí misma es que no sólo disfruto muchísimo la música y el baile, sino la convivencia con la gente. Soy mucho de lo social, de los amigos, son parte esencial y fundamental de mi vida. Entonces, cuando logro conjuntar todas estas cosas, porque se trata de hacer lo que me gusta, pero en comunidad, disfruto muchísimo. Me llena profundamente.

Y de la menopausia que no se habla, ¿cómo te ha ido?

Se habla muy poco y es un tema muy fuerte. Es un poco “dejas de ser mamá, dejas de ser mujer”, pero así, muy entrecomillado, porque la carga cultural de tu parte femenina se define porque puedes gestar y reproducirte y cuando acaba este ciclo, parece que ya no eres más mujer. Es fuerte, por más que lo racionalices sí hay una parte que muy adentro dice: “Ya no sirvo como antes”, pero como todo, está trabajado. Ni me fue tan pesado físicamente, yo creo que tiene que ver con la actividad. Me decía mi ginecólogo que las atletas de alto rendimiento pasan casi sin síntomas, yo le fui buscando también con la acupuntura. Esa es otra cosa, creo que te abres a un montón de cosas que igual y en otro momento, no. Cada vez soy menos escéptica y menos juiciosa.  Te liberas mucho de prejuicios y dices: “Piensen lo que quieran”. Ahora la mirada se hace hacia una misma.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

Yo soy hija de la contradicción, así de sencillo. Mis padres, ambos, vienen de ese entorno. Mi papá tenía cuatro hermanas y todas estaban para servirle y rendirle pleitesía. Mi mamá también venía de una familia muy conservadora, normal de la época, pero en un momento de rompimiento. De una manera natural, ella se radicaliza y pasa del Sagrado Corazón a comunista enardecida y así siguió toda su vida. Mi papá igual, pero le costaba muchísimo más trabajo, porque el discurso es una cosa y sus hijas somos otra. Somos tres hermanos, el mayor es hombre, yo soy la de en medio y tengo una hermana menor. Mi mamá fue implacable en el sentido de que estudiáramos en una escuela activa, que en ese momento era la revolución. Mi papá nos hubiera metido a la pública, porque era producto de la escuela cardenista y si no, nos hubiera metido en una escuela de monjas, una de esas dos opciones. Cuando llegó la secundaria ahí se vienen todas las cargas, todos los miedos, todo. Mi hermano entra a otra escuela activa, muy chiquita, pero a la hora que yo voy a entrar, sólo un año después, mi papá empieza a complicarse. Mi mamá le dice: “¿Por qué Santiago sí y Mila no?” – “Porque es mujer”, y mi mamá decía: “¿Y?”. Trataba de explicarle y se daba unas vueltas, hasta que le dijo: “Es que Mila se puede embarazar”. Era su gran miedo. Cuando entré en la prepa yo decidí irme al CCH. Mi papá me llevó el primer día y cuando me bajé del coche me vuelve a llamar y me dice: “Procura no usar ropa tan apretada”. No podía, por más que su discurso era otro. A mi hermano lo dejaba hacer cosas que a mí no porque yo era mujer. Eso me marcó fuertísimo, porque creces con eso y uno es resultado de su entorno. Claramente soy resultado de esa contradicción y aunque yo sé que mi papá me quería profundamente y yo a él, hay una cosa de género donde no eres lo mismo, no eres suficiente. No hay rencor, no hay resentimiento, porque así lo educaron. A mí, por un lado, me enseñaron a ser independiente, una persona que cuestiona, que pregunta y razona, pero a la mera hora, “no vas, no puedes hacer esto, no puedes ir allá”. Siento que apenas estamos teniendo consciencia de lo que nos afectaba este discurso normalizado de la violencia, discriminación y desigualdad. No lo veía tan claro, hasta que surgió lo de #miprimeracoso. No haces un recuerdo de eso, pero sí me daba miedo salir, porque me iba caminando a la secundaria y no había día en que no me dijeran “mamita”. Un día me siguió un señor en su coche, estaba aterrorizada. Me esperó adelante y el exhibicionista se bajó a enseñarme ahí y fue horrible; o la infinidad de veces que te mamasean, te nalguean en el metro, en el camión. Yo sí salía con cierto temor a todo eso, pero ya lo veía como “así es la vida”. Y luego, cuando fui mamá empecé a tener problemas laborales. Antes de embarazarme, por ejemplo, fui a la SEP para trabajar y me pidieron una prueba de no embarazo. Fui y me la hice, pero luego pensé: “¿Y por qué? Si estoy embarazada, ¿qué?”. A raíz de que fui mamá me dediqué a trabajar desde mi casa, soy diseñadora. Hacía chambas y trabajaba desde las ocho de la noche, cuando se dormían mis hijos, hasta la una de la madrugada, y cuando la gente sabía que yo tenía hijos chiquitos había claramente un cambio de mirada, automáticamente un “Uy, no va a poder”. Cuando eran mujeres no, puesto que entienden tu situación. Son vivencias que no deberían estar en la vida diaria. Yo he sido víctima, como todas las mujeres en este país, de este desequilibrio y desigualdad. Mi postura es asumir que tengo una responsabilidad muy grande con mis hijos, muy grande, que sean conscientes, iluminarlos. Creo que ahorita los hombres están muy descolocados, no encuentran hacia dónde y creo que por eso la pareja está en crisis.

Y hablando de la pareja, ¿qué lugar ocupa en tu vida?

Siempre había sido un tema importantísimo en mi vida. He tenido varias parejas, tres de manera muy importante, y por primera vez llevó un rato largo sola. Tiene que ver con voltearse a ver a una misma. Sí creo que la vida puede ser mejor acompañada y yo disfruto estar en pareja, pero lo que sí aprendí es que no es con cualquiera ni de cualquier manera. Creo que tuve que llegar hasta ahorita para saber eso. No es algo que busque, no es mi meta en la vida ni mucho menos. Si pasa está bien, y si no, no pasa absolutamente nada. Tengo mi vida muy completa y creo que esa es una diferencia importantísima. Es la primera vez que en lugar de estar viendo a los demás, que también es una característica muy mía, me estoy viendo yo.

¿Cómo ha sido para ti la maternidad?

Para mí, la maternidad es parte de mi esencia, de mi persona, de lo que soy. Ser mamá es lo mejor que ha podido pasarme en la vida y también el trabajo más difícil. Tienen veintiuno y veinticinco, edades padres, pero complicadas. Es una tarea que te obliga, que te reta constantemente, a buscarle, a verte también a ti, aceptarte, revisarte.

¿Cuáles han sido los desafíos para educar a tus hijos?

Mi hijo chico, Andrés, está en la escuela de música, el grande es fotógrafo, aunque también tiene su parte importantísima de músico. Yo siempre les dije: “Lo que quieran hacer, en tanto les apasione y les satisfaga”. Sí veo que hay una diferencia abismal entre niños y niñas. Para mí ha sido también otro aprendizaje, porque yo siempre quise niñas y ver las cosas desde el otro, tratar de entenderlas, ha sido una súper enseñanza, porque sí es muy diferente. La energía de los niños no es la misma que la de las mujeres. Aunque soy una feminista en muchos sentidos y pienso en la equidad, sí somos muy diferentes. Entendiendo nuestras diferencias y se pueden lograr cosas, pero sí, al pensar, al sentir, sí funcionan diferente.

¿Cuál es tu percepción de la sensualidad?

Es el gozo.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

Es infinitamente más libre, sin tanta carga. Y es más libre porque es más honesta contigo, es la tuya. Es la que a mí me gusta y así la voy a vivir.

¿Cómo ha sido para ti la vivencia de lo femenino?

Creo que una parte ya lo trae una. Mi mamá era una mujer hermosísima, guapísima, pero tenía una cosa muy contradictoria con su belleza. Por una parte, le dijeron todo el tiempo que era la mujer más hermosa, pero ella luchó, y la entiendo perfectamente y me puedo reconocer e identificar con ella, para que la reconocieran por otra cosa, y al mismo tiempo necesitándolo, porque también es parte de tu fortaleza. Entonces mi madre, en esta cosa contradictoria, no se pintaba. De niña no conocí el maquillaje porque en mi casa no existía. El día de su boda iba de cara lavada, las amigas le insistieron muchísimo a pintarse la boca, nada más. No lo necesitaba, nadie lo necesita y menos a esa edad, a los veinticinco años es una cosa de la moda. Después de muchos años empezó a ponerse un rimelito. Y era de huipiles y era tremenda y era fantástica, pero yo de eso no aprendí nada. Y luego, entre mi hermana y yo hay una diferencia abismal. Yo desde chiquita el vestido rosita y las flores rositas, era coqueta, mientras que a mi hermana le valía madre, se ponía el primer pantalón y la camiseta que sacaba. Entonces, creo que hay una parte aprendida y otra con la que tú naces, que es una personalidad. Mi hermana y yo, que somos hijas del mismo entorno y de la misma madre, somos muy diferentes. Aunque en comparación con otras amigas mías soy cero coqueta y soy poco fijada en esas cosas. Con los años me lo he permitido, porque antes era una cosa de no hacerme notar tanto, de pasar desapercibida, como mucho más discreta y de no llamar la atención en ese sentido, igual que mi mamá.

¿Hay miedos?

Creo que se van quitando. Me siento con muchos menos miedos que hace unos años. Hay los que no tienen que ver conmigo, sino con mis hijos, que les pase algo, que no sean felices, que la vida se les complique.

¿Y retos?

Ser fiel a mí misma, ser fiel a lo que he encontrado y seguirle por ahí, ese sería mi reto.

¿Hay espacio para lo espiritual?

Es una parte muy importante. Lo espiritual yo lo relaciono con el entendimiento de uno mismo. Luego, entonces, es cuando te entiendes y te puedes vincular de una mejor manera con el entorno.

2 Comments

  1. Mila es sinónimo de vitalidad, de música y dicha; de energía desbordante, de baile y amigos. Mila contagia alegría y gozo.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *