Estamos siempre exigiéndonos más y trabajando, luchando, aprendiendo, pero lo que haces en lo personal es lo que te define, no lo que haces en lo profesional

Mi hermana Claudia tiene ya varios años trabajando en el cine, en ocasiones en el área de producción y en otras como responsable de locaciones. Empezó en España, después de haber conseguido una beca meritoria (así se llama), que la tuvo un año por allá. A su regreso, y por su tenacidad, la primera película en la que trabajó fue De noche vienes Esmeralda, dirigida por Jaime Humberto Hermosillo en 1997. Es muy comprometida y buena en lo que hace, de modo que conoce mucha gente del medio que también la aprecia. Tengo la inmensa fortuna de que nos llevamos muy bien y apoya todas las ideas que se me ocurren, y así ha sucedido con este proyecto de Poderosas 50, desde que lo inicié. Además de sus porras constantes, un día me dijo: “Entrevista a Mónica Lozano, es una productora excelente y una gran persona, seguro resulta interesante” y me pasó sus datos.

Lo primero que tengo que agradecerle a Mónica es que se haya hecho tiempo para platicar conmigo acerca de estos nuevos cincuenta, pues en verdad está entregada al mil por ciento a lo que hace y es común que tenga más de un proyecto fílmico como parte de sus responsabilidades. El cine es su pasión y eso podría contribuir a comprender su entrega.

La vi en sus oficinas, que me parecieron muy agradables y, tras conocerla, acordes a su estilo. Me parece que brinda un clima de respeto a todos sus colaboradores y los alienta a dar lo mejor de sí mismos, lo que siempre implica crecimiento, si uno aprovecha esa oportunidad.

Después de que tuvimos esta charla y poco antes de la pandemia y las restricciones que trajo consigo, a Mónica la nombraron presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), circunstancia que, sumada a muchas decisiones para limitar recursos a la cultura por parte del Gobierno federal, hizo que su labor ante ese organismo fuera, sin duda, más difícil. Como buena creadora y apoyada en su equipo, logró que el Zoom y YouTube fueran herramientas a su favor, pues en conjunto con la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM organizó numerosas charlas denominadas “Jueves de cine en la Casa Buñuel”, que es su sede y que, al no estar supeditadas a un espacio físico, atrajeron a un público más amplio, incluso de otros países, ávido por conocer más del cine mexicano y sus creadores. Recuerdo varias que disfruté, entre ellas una conversación de mi querida amiga Elisa Lozano con Eugenio Caballero.

Su discurso durante la entrega de los premios Ariel fue para apoyar al cine, cuya realización conoce en sus múltiples facetas. Es una mujer con quien vale la pena conversar, pues resulta enriquecedor escucharla. ¡Mil, mil gracias, querida Mónica!

Mónica, ¿cómo estás en esta etapa de tu vida?

Me siento muy segura, en control de lo que tengo, de lo que quiero, de lo que siento. Más madura, más plena, sabiendo lo que ya no quiero. La edad no me pesa. Tengo cincuenta y siete y no me pesan. Me siento tranquila, contenta, puedo decir que incluso más vital que en otras etapas de mi vida, con un trabajo intenso que me gusta mucho, hijos adultos, ya con nietos. Estoy a gusto, tranquila, muy contenta. Me faltan muchísimas cosas por aprender y hacer.

Platícame cómo es la relación que tienes con tu cuerpo…

Yo digo que cuando empiezas con los “tas”, cuarentas, cincuentas, se va modificando el cuerpo. Todo el tema hormonal hace que subas de peso, que tu metabolismo se alenté. Siempre fui delgada, no es que me sienta gorda, me siento robusta. Hay cierto tipo de ropa que no me gusta tanto como se me ve y otra sí. De repente uno quiere verse como las jovencitas y eso ya no te va, pero me siento bien. Te ves la cara con la arruguita, pero no es un tema que me preocupe de más. No pienso que debo operarme o hacerme algo. Es más, creo que hoy es más qué comes, cómo te mueves y el ejercicio, que estar pensando en: “Me voy a operar, me voy a quitar”. No es un tema que me quite el sueño.

¿Qué ves cuando te miras en el espejo?

Me gusto, no me molesto. Me gusto y me siento cómoda. Con amigas a veces comentamos que de repente te vuelves incolora, sin sabor. Me quedo pensando y quizá lo que pasa es que la gente se aproxima a ti de una manera diferente, te respeta y te reconoce; ya no por lo que ven de ti, sino porque ven cómo eres, cómo te sienten, qué haces. Vas modificando los atributos o tú le das menos importancia a la parte física y le das más importancia a ser mejor amigo, disfrutar otros momentos, estar apasionada en lo que haces.

Y de la menopausia que no se habla, ¿cómo te ha ido?

Ya pasé esa etapa. Nunca tuve un problema. Uno que otro bochorno, a lo mejor una etapa con pérdida de vitalidad y cansancio, cierta irritabilidad por momentos. He sido una mujer muy sana, no tomé ningún medicamento para el tema hormonal. Evidentemente, trato de hacer los chequeos periódicos. Al principio hay cosas que te asustan, porque no sabes. Hasta hace un par de años que empecé con el proceso, yo veía amigas que realmente se la pasaban muy mal y sí me aterraba, decía: “No, ¿cómo?, estoy en total actividad”. Finalmente, es un tema que no me preocupó. Hay cambios fuertes en toda la parte sexual, de ser sexualmente muy activa como que te apagas un poquito, pero nada grave. Al contrario, te da más tranquilidad, seguridad. No he tenido cambios sustantivos.

¿Cuál ha sido tu experiencia en lo que se refiere a la equidad de género?

Fui a una escuela de monjas de mujeres y ahí no había claridad de que había una diferencia de género. Empecé a trabajar muy pequeña y me acuerdo de algo que me marcó muchísimo: mi jefe se dio cuenta de que estaba embarazada y me dice: “¿Cómo es posible? ay, las mujeres con sus temas de embarazo, empezarás a ser una persona que no cumple”, y yo fui de una responsabilidad extrema, así me estuviera desfalleciendo, yo iba. En mis tres embarazos iba casi hasta el último fin de semana en que nacieron mis hijos y regresé súper pronto al trabajo, porque esa frase me marcó. Nunca usé el tema femenino para tener un acceso a un espacio de reconocimiento, más bien trabajaba y trataba de aprender todo lo que podía. Si me tenía que quedar, me quedaba. Nunca dejé que hicieran diferencias, simplemente lo hice. A mí me preguntan si tuve algún problema y no soy consciente. Trabajé en el gobierno mucho tiempo, me tocaba trabajar con hombres y nunca hicieron una diferencia que yo sintiera. Mi primer puesto era de secretaria y después subí a asistente administrativo. Mi jefe me decía: “Tienes que dejar de comportarte como secretaria” y me parecía extraño. Entre ser ama de casa, esposa y trabajar no tenía ni tiempo, iba corriendo por la vida tratando de que me diera el tiempo para todo. Nunca lo sentí y sólo luché por un espacio y un respeto. Siempre creí que mi palabra era lo único que tenía, así como hacer aquello con lo que yo me comprometía y tratar de no fallar. Fui muy exigente para conmigo misma. Por supuesto, de adulta me doy cuenta de que había carencias de niña y entonces en lo personal sentí que tenía tache, en lo profesional tenía palomita y eso me fue fortaleciendo: me dio oportunidad de reconocerme a mí misma y elevar mi autoestima. Tenía una situación económica difícil, con dos chiquitos. Había que luchar. Cuando tienes hijos sólo piensas en cómo los vas a mantener, en llevarlos a una buena escuela, qué oportunidades les vas a brindar, junto con todo ese orgullo de que no vean los papás que flaqueas. Creo que le eché muchas ganas y hoy me siento muy tranquila. Nunca esperé que el otro me reconociera, me reconocí a mí misma.

¿Qué lugar ocupa la pareja en tu vida?

Hasta hace poco tuve pareja y rompí. Fue una etapa de cuarenta o cincuenta, que de repente sientes que puedes perder esa pareja que construiste, idealizaste y que tú todo el tiempo piensas que es hasta el final de tus días. No he sido una persona de muchas parejas, dos o tres. Con el papá de mis hijos estuve veinticinco años, con esta otra pareja estuve catorce. Hoy me pregunto si soy capaz de tener una relación de pareja, porque además todas las mujeres las idealizamos tremendamente. Mi ruptura es reciente, pero tampoco es que diga: “Voy a salir a buscar a cualquier persona”, al contrario, ya la soledad acompañada que estableces con alguien no es tan útil ni te hace sentir bien. Estoy aprendiendo a reconocerme, a estar bien conmigo, a desarrollar mis actividades, a que la otra persona no sea satélite de la otra persona, a entender por qué pudo funcionar o por qué no. Por primera vez estoy tranquila. Más bien sería nostalgia, de que dices: “Sería bonito estar acompañada, compartiendo”, pero no me molesta ahorita. Estoy descubriendo esa libertad de estar conmigo y no sabes cómo se hace. Todo el tiempo te hacen sentir que si no estás en pareja estás incompleta, cosa que es una falsedad. Yo creo que entre mejor estás contigo misma, más fácil será estar en pareja. Cuando te reconoces bien estás bien, si encuentras a alguien estarás mejor.

¿Cuáles han sido los desafíos para educar a tus hijos?

Tengo tres hijos, dos mayores de cuarenta y treinta y ocho años y un pequeño de veintiuno, que fue el pilón. Los tuve muy joven. Toda mi vida he trabajado y obviamente se dio el reclamo de los hijos, porque sienten tu ausencia o porque no supe equilibrar adecuadamente mi responsabilidad laboral con la de ser mamá. Pero ahora los grandes, sobre todo ellos, porque ya son papás, se dan cuenta que parte de la vida es ver cómo haces, y más en la actualidad, para estar con la familia, estar bien contigo, tener un buen trabajo, definir prioridades… Me llevo bastante bien con ellos: tengo un hombre, una mujer y otro hombre. Los grandes están en Los Cabos y en Querétaro, los veo poco por esta condición de que se fueron a trabajar allá, pero todo el tiempo estamos en contacto, los veo contentos y sabiendo los retos que significan, por un lado, ser padre, cuidar a la esposa, cuidar a los hijos, y por otro, madre de familia, ama de casa. Mi hija es madre soltera, tiene pareja y la veo muy echada para adelante. Puede ser una réplica mía, pero veinte años antes. Los veo contentos. Tengo cuatro nietos, el grande va a cumplir diecinueve años, son dos años de diferencia con mi hijo pequeño, luego otro de trece, una de ocho y otro de dos. El grande va mucho a la casa, hubo una etapa de conflicto con mi hijo, pero ahora empiezan a llevarse como hermanos, está padre. Sí reconozco que cuando mis hijos grandes eran pequeños, yo luchaba por un espacio y un reconocimiento como mujer y un respeto de mi trabajo, pero a la hora de educarlos hacía diferencias y eso fue absolutamente equivocado. “Que la niña no salga, qué miedo, el niño no importa”. A lo largo de los años te das cuenta de que muchas veces las mamás somos las que hacemos esas distinciones y ahora que estamos hablando de la equidad de género, te das cuenta de que uno lucha todo el tiempo, pero marcas diferencias que son totalmente equívocas, que vienen de un tema cultural y de como nos educaron a nosotras. Estoy segura de que a lo largo de las nuevas generaciones va a ir cambiando, pero todavía a mi generación le tocó hacer diferencias. Ahora estoy mucho más cerca del hijo menor, porque ya no estaba el papá, ya no estábamos juntos. Cuando le agarró la adolescencia me trajo en jaque, porque casi siempre tienes adolescentes cuando estás en la menopausia. En ambos casos hay temas hormonales y cuando se confrontan es caótico.

¿Cuál es tu percepción de la sensualidad?

Es aquella persona que puede ser muy atractiva para los demás y para sí misma, que está muy armónica con su medio. Es una gente que saca su esencia desde adentro, la muestra, no tiene atavismos o caretas.

¿Y la sexualidad en esta etapa de la vida?

Me encantaría encontrar un compañero de vida y no nada más por la sexualidad, sino por el tema de compartir experiencias, vivencias, viajes, afecto, cariño. Mis relaciones de pareja fueron muy armoniosas sexualmente. No fueron muchas, pero en ese sentido funcionaron muy bien y a eso aspiro, a que siga existiendo ese tipo de relaciones que de verdad te nutran, te gusten, que te atraiga la persona con la que estás y te haga sentir cosas bonitas.

¿Cómo ha sido para ti la vivencia de lo femenino?

Me gusta la moda, me gusta que la gente se vea bien y se siente cómoda con lo que tiene puesto. En lo personal soy muy discreta en mi arreglo, muy sencilla. Siento que cada vez me vuelvo más sencilla, pero ahí hay que tener cuidado de que sea sencillez y no dejar de cuidarte, de apapacharte, de procurarte. Mi mamá era una mujer que siempre estuvo en casa, se maquilló poquito. Era una mujer muy atractiva. Mis hermanas, todas son mujeres que se arreglan, que se maquillan y se ponen el aretito. Tengo cuatro hermanas y un varón, que es el más chico. Mi abuela era muy pipiris nice, sus cremas, sus vestidos y todo. Lo retomé de verlo, la verdad, y de que sí me gusta. Mi arreglo es muy simple y sencillo, pero me gusta estar arreglada.

¿Hay miedos?

Miedos no, pero sí empiezas a saber de personas que te hacen falta, que las pierdes, amigos o familiares, y te das cuenta que eres la generación que queda como sostén en muchos sentidos. Quizá un poquito de miedo a la enfermedad y la muerte, aunque es algo inevitable y desde que nacemos sabemos que existe. Me genera miedo o tensión, y es ahí cuando digo: “Es el aquí y el ahora, lo que no haga hoy quién sabe si lo haré mañana”. Me doy cuenta de que no vale la pena ver al pasado o al futuro, hay que disfrutar lo que uno va haciendo y teniendo, el hoy. Te vuelves más consciente.

¿Y retos?

Me fascina lo que hago, quiero seguir contando cuentos, estructurando equipos, buscando alternativas para hacer posibles los proyectos, tanto desde el ámbito económico, como técnico y artístico. Llevo dedicándome al cine más de veinte años, toda una vida. Es una tarea que nunca terminas de aprender y a la vez siempre es diferente. Quiero seguir activa, haciendo cosas que me gustan, con proyectos que le permitan al público conectarse, entender ciertas problemáticas. Creo que el cine es un vehículo poderosísimo de educación, cultura, comunicación y expresión. Deseo empezar a trabajar más con jóvenes, sin pretender que ya lo sé todo, porque en esto no sabes nada. Espero ser cada vez ser más aterrizada y recuerdo lo que una vez escuché que respondió una persona al agradecer un homenaje que le hicieron: “Soy prima, pareja, hermana, mil cosas y trabajo de actriz”. Normalmente uno dice: “Soy productora” y lo demás lo anula, cuando en realidad no eres nada, eres lo buena que puedas ser como mamá, amiga, pareja, confidente, nieta, pero trabajo de productora. Me encantó ese dicho. Estamos siempre exigiéndonos más y trabajando, luchando, aprendiendo, pero lo que haces en lo personal es lo que te define, no lo que haces en lo profesional.

¿Hay espacio para lo espiritual?

No mucho. Fui a esta escuela de monjas, en donde sentí que había una ambivalencia entre el discurso y lo que pasaba en realidad y eso me hizo alejarme muchísimo del tema religioso. Me doy cuenta de que lo espiritual no pasa por una religión, sino por el estar más tranquilo y más contigo y es algo que me encantaría encontrar, buscar, pero hoy lo pienso como algo que tengo lejano.

(Fotos proporcionadas generosamente por Mónica Lozano)

One Comment

  1. Mónica Lozano me encantó tu manera de definirte: primero lo que eres en lo personal, que definirá y se traducirá en lo que logres profesionalmente. Pero primero va lo que eres como persona. ¡Gran lección!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *